Oh, tenue azul elipse levodopa,
que cuando recta
actúas,
yo escapo de mi cárcel,
no fluctúas
y yo vuelvo a la vida viento en popa.
Francisco Montesinos Lahoz
En cuatro versos, Paco
Montesinos retrata y resume que es para un parkinsoniano el famoso Sinemet,
nombre comercial de la composición farmacéutica que contiene como principios
activos la carbidopa anhidra y la levodopa.
Como ya he repetido en varias ocasiones, la enfermedad de Parkinson es una
enfermedad crónica que se caracteriza por movimientos lentos e inestables,
rigidez muscular y temblores. Si no se trata, puede originar dificultades
graves para llevar una vida normal.
La dopamina, es una sustancia que se produce de forma natural en ciertas
células del cerebro, y que actúa transmitiendo mensajes a la región del cerebro
que controlan el movimiento muscular. Cuando se produce poca cantidad de
dopamina, aparecen dificultades en el movimiento y otros muchos síntomas.
James Parkinson hizo su descubrimiento, en 1817, y por entonces la esperanza de vida no alcanzaba los 50 años, y precisamente la incidencia de esta enfermedad neurodegenerativa se incrementa precisamente después de esa edad.
No fue hasta 1961, cuando el “milagroso efecto” de la levodopa en
la enfermedad de Parkinson llegó de la mano de Oleh Hornykievicz, que la
inyectó a pacientes con una gran incapacidad para moverse (acinesia). Y la
mejoría fue espectacular.
Levodopa actúa reponiendo la dopamina en el cerebro, mientras que carbidopa asegura que llega al cerebro. Cuando a la maquinaria que constituye nuestro cuerpo le falla una conexión, un enlace, se desencadenan una serie de efectos que en mayor o menor medida hacen a quien los padece, dependiente de la droga benefactora.
La levodopa es nuestra droga. Ésta, cuando la tomamos por vía oral se absorbe rápidamente en el intestino delgado. Las proteínas, tan necesarias para el desarrollo humano, son en nuestro caso, enemigas de la levodopa, pues dificultan su absorción. En condiciones normales sus efectos se producen entre 1/2 y 2 horas después de una dosis oral y su efecto medio es de 1 a 3 horas.
Su existencia
hace que miles de personas, cada día, “vuelvan a la vida viento en popa”, a
recuperar el equilibrio, a deshacerse de una rigidez dolorosa, a tener un
rostro expresivo, a dejar de temblar esa mano, a expresarse en voz alta y fuerte, a tener confianza en si
mismos.
Y, a pesar de
algunos de sus efectos secundarios,
¡Viva pues la L-Dopa!.
¡Viva pues la L-Dopa!.